Espacio Vins

Nuestra testigo es la luna, quién sabe y conoce lo que pasó esa noche​ aquella cuando nos encontramos y el fuego de tu aliento encendió el aire que respiro. Ella nos conoce y celebra ese encuentro en dónde el amor durmiente se despertó con tanta fuerza que las cadenas que nos separaron se rompieron y nos hicimos nuevamente uno. Un ser, un corazón, un latir, un suspiro. Ella testigo de este amor latente, de este amor a flor de piel, te recordará que te amo y te espero, hasta que desees regresar.

¿Por qué darte una flor? Porque al lado tuyo nunca se marchitaría.

Tu nombre y tu rostro me hacen pensar en una flor. Una delicada, cálida y llena de vida. Sonrojada por el rocío de las mañanas. Bella en todo momento, mirando al cielo, llena de sueño y deseos. Con los pies en la tierra aunque con un aire de volar plácidamente. Eres hermosa como la más hermosa flor. Déjame cuidarte con el cariño y cuidado que toda hermosa flor merece.

Te has tornado roja, con un rojo furia, un rojo pasión. Tu flor de otoño, dejate caer, dejate llevar por el vaivén del viento. No te preocupes estaré atento, te estaré esperando ansioso, por tenerte entre mis brazos, por sentir cerca, muy cerca a mi pecho y mi corazón. Confía en lo que te voy a dar, dejate caer, dejate llevar, que el viento te guiará y finalmente conmigo estarás.

Cada aroma floral me trae a la memoria una sonrisa tuya, tu rostro resplandeciente, me hace sentirte cerca... Casi te podría abrazar, tu aroma me enamora, un aroma floral que me hace sonrojar, un aroma frutal que me hace desear, desear tus labios de melocotón, dulces y suaves, carnosos y deliciosos. Estos aromas me hacen agua a la boca tus besos. Esos besos de los que soy adicto, de los que soy esclavo, de los que soy fiel. Te quiero mi hermosa rosa, mi querido girasol.